
Había una vez una nube muy envidiosa, a la que no le gustaba nada que todos quisieran tanto al sol. Ella quería ser la única a la que todos quisieran...
Un día se puso delante del sol y le dijo:
- ¡Se acabó!. Te voy a tapar y desde ahora ya no podrá verte nadie nunca más.
- ¡Oh, no Nube, no lo hagas. ¿Qué voy a hacer sin ver a mis amigos los niños correr en los parques, ni a los abuelitos en la plaza calentándose conmigo, ni a las flores crecer...? Nube, por favor, no me tapes.
Pero la nube no le escuchó y le fue tapando y tapando, hasta que el sol se dejó de ver. Toda la gente le pedía a la nube que se apartase, pero ella muy tozuda no les hacía ningún caso.
Al final, una niña muy lista que estaba mirando al cielo, le dijo a la nube:
- Oye Nube, qué bonita eres. A mí me gustas más que el sol, porque tú sabes dar agua. ¿Verdad que tú eres la que nos da la lluvia?
- Sí, sí. - Dijo muy orgullosa la nube.
- ¿De verdad, de verdad, que eres tú la que nos da la lluvia?
- Sí, sí, de verdad. - Dijo la nube muy ufana. ¿Quieres verlo?
- Síiiiiiiiii - Dijo la niña - Pero una lluvia fuerte, muy fuerte, que es como me gusta a mí.
Y la nube orgullosa y contenta por ser más importante que el sol, se puso a llover...y a llover...y a llover. No se daba cuenta, pero cuanto más llovía, más pequeñita se hacía, hasta que fue tan pequeña que ya no pudo tapar al sol.
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